miércoles, 6 de noviembre de 2013

TORLA - XIV CARRERA DE MONTAÑA OS FORATOS DE LOMENÁS

21 km, 800 m aprox. de desnivel acumulado positivo

 

A las 10 de la mañana del 27 de octubre de 2013 comienza la carrera. Esa misma madrugada se cambia la hora comenzando el horario de invierno, por lo que dispongo de una hora más. Pero mi sino es llegar siempre con el tiempo justo a las carreras. Desde el camping de la cercana población de Viu (en esas fechas sólo continúan abiertos ése y el de San Nicolás de Bujaruelo) llego a Torla 35 minutos antes del comienzo de la carrera y con el inconveniente de tener que aparcar el coche sin que valga cualquier sitio. Me acompaña un peludo de 4 patas que se tiene que quedar en él mientras participo en la prueba por lo que he de buscar algún sitio que garantice sombra al menos durante las 3 horas siguientes.

Pero no es tarea fácil, el pueblo está con mucho ambiente, gente trotando y estirando por los alrededores de la plaza del ayuntamiento y lleno de coches por doquier. Recorro Torla dándole un par de vueltas y aventurándome por callejuelas estrechas de la parte alta del pueblo, sin suerte, tengo que buscar fuera del pueblo.

Me dirijo hacia el puente de los Navarros y empiezo a dudar de si no llegaré a la línea de salida con la carrera empezada. Por fin encuentro un buen sitio en el parking techado del hotel Ordesa.
 
 
 
 
Son las 9:50 por lo que salgo “echando hostias” con mi inseparable mp3 y el portabolletas con ½ litro de acuarius que voy colocándome en la cintura conforme corro hacia la plaza del ayuntamiento, a algo más de un km que se me hace interminable y que se convierte en mi calentamiento previo a la carrera :-(

Llego a la línea de salida y segundos después suena un pistoletazo, justo cuando son "o'clock".

  
 
No hay mucha gente, sobre 140 corredores, muchos menos que en las 4 carreras que he participado hasta la fecha, siempre por Alicante.
 
Iniciamos la carrera dirección sur, hacia Broto, y al llegar a la carretera cambiamos el sentido 180 grados para correr en dirección a Ordesa pero enseguida abandonamos el asfalto bajando por un empinado sendero lleno de piedras y con algo de barro por la lluvia caída durante la noche y tan estrecho que el grupo ha de progresar forzosamente en fila india.
 
Estoy cerca de la cola de carrera y siento que puedo bajar más deprisa que los que me preceden. Esperando la oportunidad, en cuanto se ensancha un poco el sendero me propongo adelantar a un grupito de 2 ó 3 corredores, con la sensación de ir conduciendo por una carretera tortuosa y metiendo una marcha menos para ganar en aceleración y terminar el adelantamiento antes de que se vuelva a estrechar. Pero al reincorporarme a mi “carril” me resbalo con una piedra mojada que a punto está de mandarme al suelo y evidenciarme ante los que acabo de pasar. Pienso que queda toda la carrera todavía así que extremo precauciones y aminoro la marcha en los tramos delicados pero aún así voy dejando atrás al grupito que acabo de adelantar.
 
Cruzamos el río Ara por el puente de Gualar, de aspecto románico y parecido al de San Nicolás de Bujaruelo aunque injustamente mucho menos conocido. Los siguientes kms son un transcurrir a veces por pista, a veces por el  sendero GR-15.2, a veces subiendo, a veces bajando, pero siempre transitando por un tupido, húmedo y sombrío bosque de bojes y otras especies y un suelo cubierto de hojas recién caídas y algunas piedras con tonos verdosos por la humedad y el musgo.
 
Luce el sol, pero ha sido un acierto no haber cogido gafas ni gorra. El camino me parece entretenido.
  
Llego al avituallamiento del km 5 donde ofrecen agua y plátanos troceados por la mitad, como medida preventiva como un trozo y me refresco algo la cabeza.
 
Los siguientes kms son un calco de los primeros 5, el grupo va muy estirado, y a diferencia de mi anterior carrera de montaña (la de la Escobella), hay recodos en el camino en los que parece que esté corriendo yo solo.
 
 
Delante mío veo a un corredor a lo lejos que a pesar de su apariencia quincuagenaria me cuesta alcanzar, pero muy  poco a poco voy acercándome a él hasta llegar casi juntos a un pequeño puente sobre el Arazas donde me sorprende parándose en seco y exclamando hacia la poza de aguas turquesas: ¡¡”Esto es increíble, es la hostia de bonito”!! A lo que yo respondo: “Es verdad, me arrepiento de no llevar la cámara encima” Pero yo no me paro, continúo corriendo y lo adelanto, miro río abajo y veo que allí mismo es donde el Arazas se junta con su vecino río Ara (cediendo su nombre al Ara desde entonces), y pienso que si no es difícil llegar hasta allí ése podría ser un buen sitio para acercarme y deleitarme relajadamente por la tarde con mi amigo que me espera en el coche.
 
 
 

Y efectivamente, es fácil llegar, unos minutos después me encuentro pasando bajo el puente de los Navarros, punto en el que hay otro avituallamiento, vuelvo a refrescarme un poco y comer unos gajos de naranja. Veo que hay gente que no para y me adelanta.

 
 
A partir de ahí la carrera sube por el valle de Bujaruelo por la pista forestal que compartimos con algunos excursionistas que van a pie y con otros que van en coche dejando al pasar un perceptible olor a humo para mis pulmones sensibles por el esfuerzo.
 
Al llegar al primer puente, el de Santa Elena, no lo cruzamos sino que seguimos recto por un sendero que se adentra por la margen izquierda del Ara que resulta ser el GR-11, bordeando el río entre hayas y abetos y cruzando algún que otro torrente. En uno de ellos alcanzo a una chica que duda y me pregunta por dónde cruzarlo, yo tamién dudo pero no me paro, se trata de vadear rodeando una especie de isla con vegetación por la derecha o la izquierda, cuando elijo un lado y paso veo que se puede pasar por los dos y el lado que yo he elegido es algo más largo.
 
Llegamos a otro puente (puente de los Abetos) que cruza el Ara a nuestra izquierda donde hay otro avituallamiento, que me salto porque me parece que está muy cerca del último que tuvimos y porque me encuentro bien y me queda aún más de media botella de acuarius. Esta vez sí cruzamos el Ara y giramos a la izquierda pasando enseguida por delante del camping Bujaruelo (no el de san Nicolás, que queda unos 3 km valle arriba), y emprendemos una larga bajada por pista. A lo lejos veo aparecer nuevos corredores a los que voy acercándome lentamente.
 
Llegamos otra vez al puente de Santa Elena pero por la otra orilla del río y como la anterior vez tampoco lo cruzamos sino que seguimos recto por el GR-11 que comienza a subir. Alcanzo a un grupo de 3 corredores que me parece que van despacio, quizá porque yo llevo buen ritmo y no porque estén cansados, me animo pensando en esta posibilidad y me propongo adelantarlos pero no es fácil porque el sendero es estrecho con vegetación a sus lados y lleno de piedras, así que otra vez con la sensación de ir conduciendo un coche por una carretera sinuosa, espero algún ensanche para poder pasarlos, primero a uno de ellos y después a los otros dos, los dejo atrás.
 
La subida es larga, por lo que no aguanto el ritmo y combino carrera con paso ligero. En esta zona está la cota máxima de la prueba y después de ganar bastante altura la pendiente se suaviza adentrándose en una especie de fajeta estrecha con una considerable caída. Hay un cable de acero colocado en la pared a modo de pasamanos para los más precavidos.
 
Como varias veces a lo largo de toda la prueba, me encuentro con excursionistas en este punto y además con una pareja de guardias civiles que me dan ánimos y me alegra encontrarme.
 
Comienza una fuerte y larga bajada de varios minutos en los que no tengo contacto visual con más corredores… ni con nadie!, y es algo que me parece atractivo, sentir el encanto y la tranquilidad de la soledad de la montaña inlcuso en una prueba de este tipo, claro, eso sabiendo que no voy el último :-)
 
El bosque comienza a clarear dejando paso a algún que otro prado, se intuye que no debe quedar mucho para el final al tener el Mondarruego a la espalda y que se podría llegar a Torla sin necesidad de subir más, pero eso es sólo una ilusión, el sendero empieza a subir y zigzaguear de nuevo. En una curva toca atravesar un riachuelo por piedras para evitar mojarse las zapatillas con el aproximado medio palmo de agua que debe haber de profundidad, pero tal vez por exceso de confianza o tal vez por cansancio me resbalo en una de ellas y caigo al agua, golpe en el codo derecho y zapatillas, pantalón y parte inferior de la camiseta mojadas.
 
 
 
Pensando en lo torpe que soy me levanto y continúo, al rato siento en el gemelo de la pierna izquierda como un calambre, es algo que no he sentido nunca antes, seguramente porque nunca antes le he exigido tanto a mi cuerpo como ahora. Disminuyo el ritmo y me prometo a mí mismo tomarme mi tiempo para calentar y estirar en las futuras carreras como es debido. 

Sigo subiendo y llego a una pista asfaltada donde hay avituallamiento y gente que alienta con sus ánimos, me encuentro con un corredor parado haciendo estiramientos y pienso que también debe ser víctima de los calambres. Sigo subiendo, a veces trotando a veces caminando, vuelvo a sentir otro calambre e imito al corredor que acabo de pasar, estiro unos segundos el gemelo izquierdo. 

Continúo corriendo de nuevo por sendero y de repente me encuentro con el único km señalizado de toda la prueba, el km 20!!
 
A partir de aquí ya es todo prácticamente llano y de bajada, con precaución e intentando apoyar más el pie derecho que el izquierdo sigo corriendo, quitándome los auriculares para escuchar los ánimos de la gente que cada vez es más abundante. Entre huertos y campos de frutales llego a la carretera que une Torla con Ordesa, estoy frente al cuartel de la guardia civil y un agente me confirma que hay que entrar en la calle principal de Torla, queda poco más de un centenar de metros.
 
Me alegra el ambiente que hay en la calle y sonrío a unos niños que me ofrecen la palma de su mano para que les choque la mía cuando paso junto a ellos. Escucho mi nombre por megafonía y atravieso la meta con un tiempo de 2:09:44, posición 80 de la general y 36 de mi categoría de un total de 134 corredores que acaban la prueba.
 
A pesar de que me duele la rodilla izquierda al andar estoy contento, nunca antes había corrido tanta distancia y además he hecho mejor tiempo del esperado. Sin duda ayuda la temperatura tan propicia para correr, el recorrido que en ningún momento deja de ser una delicia para los sentidos y, sobre todo, llevar la camiseta que un amigo me ha regalado para la ocasión, una camiseta que da alas ;-)
 
Y con el otoño en todo su esplendor, precioso de colores, aún me queda toda una semana de vacaciones para descansar, recuperarme y perderme por mis queridos Piris…
 
 
  

 

2 comentarios:

  1. Bravo Samu!!! Eres un crack y no solo por haber terminado la prueba y hecho relidad tu sueño... sino por la pedazo de crónica que te has currado... Enorme!! Me quedo con el comentario del hombre quincuagenario, y con que esa caida no haya sido nada y te haga ir con cuidado y llegues un poco antes a las próximas carreras... Un abrazo amigo!!!

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  2. enhorabuena samu¡¡¡¡¡¡¡ espero estes recuperado y que disfrutases muchisimo de "tus" piris¡¡¡

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