Bajada Hondón – Aspe
El Viernes nos juntamos varios pollitos para realizar el
recorrido Hondón de las Nieves – Aspe. Se trata de una carrera en bajada de 11
km. Era una ocasión especial, porque dos pollitos nos estrenábamos. Cristina y
yo nos iniciábamos en este mundo de esfuerzo y compañerismo. Y este parecía ser
el escenario perfecto para nuestro “desvirgamiento”. Os describiré mi experiencia y compartiré las
impresiones de un novato en su estreno.
Sobre las 6 llegamos a Hondón. A mi alrededor multitud de
corredores. Todos parecen muy bien
preparados y empiezo a preguntarme si no estaría mejor en un chiringuito
playero tomándome un mojito. Hay acaparamiento
de corredores en las casetas para recoger los dorsales correspondientes. 10 minutos y 6 codazos después ¡¡ya tengo el
mío¡¡.
Poco a poco nos vamos encontrando todos los pollitos. Algunos
hacen estiramientos, otros optan por activarse con un chute de cafeína, y yo
realizo un poco de carrera junto a otros corredores, reconozco que en parte
para calentar y en parte para calmar los nervios. La carrera va a empezar. Nos
dirigimos a la salida y nos colocamos entre la multitud de participantes en
espera de que de que den la señal. Antes de comenzar me dan algunos consejos:
No empezar muy fuerte, dosificar fuerzas, no pararme a coger flores…
Y dan la salida. Ya está todo en marcha.
Abel, con más prisa por llegar que los demás, como siempre
(se enteró de que repartían helados en la meta), a los pocos momentos de
comenzar se despidió del resto de nosotros y comenzó su marcha en solitario,
abandonando a los demás miembros del grupo a su suerte en una marabunta de
corredores.
Durante el primer kilómetro se hacía muy difícil poder adelantar
(parece ser que abrirse hueco a empujones es antideportivo). Así que durante un
par de kilómetros tocaba dedicarse a abrirte paso hasta encontrar tu ritmo de carrera, y a medida que
avanzaba esta, formar parte de ese pelotón de corredores que tienen un ritmo
similar al tuyo.
Una vez que encontré este ritmo que pensaba que era el
adecuado, compartí gran parte del recorrido con el mismo grupo de corredores. Sergio me acompañó durante la mayor parte de
la carrera, alternando diversos adelantamientos entre los dos. Hay que destacar
el mérito de Sergio considerando que por problemas de última hora tuvo que
correr con deportivos de baloncesto.
A lo largo de la carrera, pude ver como unos se quedaban,
otros apretaban…y recordé lo que me habían comentado los compis del grupo: “No
compites contra los demás, corres contra ti mismo”, así que tocaba centrarse en
uno mismo, en las sensaciones, en cómo me iba encontrando, y centrarme en calcular el ritmo más adecuado
para hacerlo lo mejor posible y no desfallecer antes de llegar al final.
Aunque en teoría la ruta era de bajada, he de reconocer que
no me percaté de ello, que mi sensación fue de ser un recorrido más o menos
llano, así que no pude llevar a cabo la táctica planeada de encogerme como una
pelota y dejarme rodar si me cansaba.
A medida que la
carrera iba muy avanzada, empezaba a notar síntomas de cansancio y esas
pequeñas dudas y pensamientos varios que creo normales en todos los corredores:
pensar si el ritmo era el adecuado, si no lo era, si me pasaría factura al final, si llegaría al
final, si debía haber calentado más, si realmente fue una buena idea irme de
cañas anoche o a que huelen las nubes…
Pero sentir que lo
estás consiguiendo, ver el número de los
km que llevas dibujado en el suelo uno tras otro, (si los veías, porque se ve que el
presupuesto solo les daba para una tiza pequeña), saber que ya te queda
menos, la gente animando y aplaudiendo
un esfuerzo que ya se hacía notar, sin olvidar a esos señores en las puertas de
sus casas enfocándonos con sus mangueras y regándonos cual gladiolos (creo con
intención de refrescar al personal, y no para echarnos de la entrada de su
vivienda), todo ello me dio un empuje adicional, el sentimiento de que no podía flaquear y el convencimiento de que ¡¡ lo íbamos a
conseguir¡¡¡
Y sí¡¡ lo conseguimos¡¡ Uno tras otro fuimos llegando y
cruzando la meta. Y pude comprender lo que sintió Amundsen al conquistar el
polo norte, Edmund Hillary al coronar el Everest, o Falete al adelgazar 5 Kg¡ El sentimiento de
satisfacción desplazó a la sensación de cansancio y a la fatiga, y pude sentir
el orgullo de haberme enfrentado a esta primera experiencia con éxito.
Recogimos regalos (una camiseta muy chula, salvo la de
Cristina, que era muy fea), repusimos fuerzas a base de un combinado de sandía
y Coca-Cola, y poco a poco nos fuimos encontrando tras la línea de meta y
pudimos compartir las experiencias personales de la carrera. Me enteré de que
Charly es la liebre del grupo. Bueno es saberlo. Me hubiera venido bien en
algunos momentos de la carrera, pero parece ser que Pau se lo adjudicó en
exclusiva. Yo me lo pido para la próxima (ya preguntaré si el uso de la liebre
va por sorteo o por turnos…). También hubieron algunas heridas de batalla:
María terminó cojeando, y desde aquí quiero comunicarle mi admiración y aplaudir el
mérito de haberse enfrentado y superado este reto sin estar al 100%.
Y para terminar os diré que la principal conclusión que ha
sacado este corredor novato tras su primera experiencia es la siguiente:
¡¡¡Quiero repetir¡¡¡
JAJAJAJA... BRAVOOOOOOO
ResponderEliminarHacia tiempo.que no me reia tanto ni disfrutaba asi leyendo una entrada de blog...
Eres el mejor!!!
:)
Al final me habéis convencido. Seré un pollo, jajaja!!! Nos vemos mañana en el voley. Y enhorabuena por la carrerica a tod@s!!!
ResponderEliminarEsa es una grandísima noticia Ferrete!!!
ResponderEliminarChicos con Ferrete en el equipo ya podemos aspirar a ganar trofeos y todooooooooooooo