lunes, 26 de agosto de 2013

Bajada Hondón – Aspe


El Viernes nos juntamos varios pollitos para realizar el recorrido Hondón de las Nieves – Aspe. Se trata de una carrera en bajada de 11 km. Era una ocasión especial, porque dos pollitos nos estrenábamos. Cristina y yo nos iniciábamos en este mundo de esfuerzo y compañerismo. Y este parecía ser el escenario perfecto para nuestro “desvirgamiento”.  Os describiré mi experiencia y compartiré las impresiones de un novato en su estreno.

Sobre las 6 llegamos a Hondón. A mi alrededor multitud de corredores. Todos parecen  muy bien preparados y empiezo a preguntarme si no estaría mejor en un chiringuito playero tomándome un mojito.  Hay acaparamiento de corredores en las casetas para recoger los dorsales correspondientes.  10 minutos y 6 codazos después ¡¡ya tengo el mío¡¡.


Poco a poco nos vamos encontrando todos los pollitos. Algunos hacen estiramientos, otros optan por activarse con un chute de cafeína, y yo realizo un poco de carrera junto a otros corredores, reconozco que en parte para calentar y en parte para calmar los nervios. La carrera va a empezar. Nos dirigimos a la salida y nos colocamos entre la multitud de participantes en espera de que de que den la señal. Antes de comenzar me dan algunos consejos: No empezar muy fuerte, dosificar fuerzas, no pararme a coger flores…  

Y dan la salida. Ya está todo en marcha.

Abel, con más prisa por llegar que los demás, como siempre (se enteró de que repartían helados en la meta), a los pocos momentos de comenzar se despidió del resto de nosotros y comenzó su marcha en solitario, abandonando a los demás miembros del grupo a su suerte en una marabunta de corredores.

Durante el primer kilómetro se hacía muy difícil poder adelantar (parece ser que abrirse hueco a empujones es antideportivo). Así que durante un par de kilómetros tocaba dedicarse a abrirte paso hasta  encontrar tu ritmo de carrera, y a medida que avanzaba esta, formar parte de ese pelotón de corredores que tienen un ritmo similar al tuyo.

Una vez que encontré este ritmo que pensaba que era el adecuado, compartí gran parte del recorrido con el mismo grupo de corredores.  Sergio me acompañó durante la mayor parte de la carrera, alternando diversos adelantamientos entre los dos. Hay que destacar el mérito de Sergio considerando que por problemas de última hora tuvo que correr con deportivos de baloncesto.

A lo largo de la carrera, pude ver como unos se quedaban, otros apretaban…y recordé lo que me habían comentado los compis del grupo: “No compites contra los demás, corres contra ti mismo”, así que tocaba centrarse en uno mismo, en las sensaciones, en cómo me iba encontrando,  y centrarme en calcular el ritmo más adecuado para hacerlo lo mejor posible y no desfallecer antes de llegar al final.

Aunque en teoría la ruta era de bajada, he de reconocer que no me percaté de ello, que mi sensación fue de ser un recorrido más o menos llano, así que no pude llevar a cabo la táctica planeada de encogerme como una pelota y dejarme rodar si me cansaba.

 A medida que la carrera iba muy avanzada, empezaba a notar síntomas de cansancio y esas pequeñas dudas y pensamientos varios que creo normales en todos los corredores: pensar si el ritmo era el adecuado, si no lo era,  si me  pasaría factura al final, si llegaría al final, si debía haber calentado más, si realmente fue una buena idea irme de cañas anoche o  a que huelen las nubes…


Pero sentir  que lo estás consiguiendo, ver  el número de los km que llevas dibujado en el suelo uno tras otro,  (si los veías, porque se ve que el presupuesto solo les daba para una tiza pequeña), saber que ya te queda menos,  la gente animando y aplaudiendo un esfuerzo que ya se hacía notar, sin olvidar a esos señores en las puertas de sus casas enfocándonos  con sus mangueras  y regándonos cual gladiolos (creo con intención de refrescar al personal, y no para echarnos de la entrada de su vivienda), todo ello me dio un empuje adicional,  el sentimiento de que no podía flaquear  y el convencimiento de que ¡¡ lo íbamos a conseguir¡¡¡

Y sí¡¡ lo conseguimos¡¡ Uno tras otro fuimos llegando y cruzando la meta. Y pude comprender lo que sintió Amundsen al conquistar el polo norte, Edmund Hillary al coronar el Everest, o  Falete al adelgazar 5 Kg¡ El sentimiento de satisfacción desplazó a la sensación de cansancio y a la fatiga, y pude sentir el orgullo de haberme enfrentado a esta primera experiencia con éxito.


Recogimos regalos (una camiseta muy chula, salvo la de Cristina, que era muy fea), repusimos fuerzas a base de un combinado de sandía y Coca-Cola, y poco a poco nos fuimos encontrando tras la línea de meta y pudimos compartir las experiencias personales de la carrera. Me enteré de que Charly es la liebre del grupo. Bueno es saberlo. Me hubiera venido bien en algunos momentos de la carrera, pero parece ser que Pau se lo adjudicó en exclusiva. Yo me lo pido para la próxima (ya preguntaré si el uso de la liebre va por sorteo o por turnos…). También hubieron algunas heridas de batalla: María terminó cojeando, y desde aquí quiero comunicarle mi admiración y aplaudir el mérito de haberse enfrentado y superado este reto sin estar al 100%.



Y para terminar os diré que la principal conclusión que ha sacado este corredor novato tras su primera experiencia es la siguiente: ¡¡¡Quiero repetir¡¡¡

3 comentarios:

  1. JAJAJAJA... BRAVOOOOOOO
    Hacia tiempo.que no me reia tanto ni disfrutaba asi leyendo una entrada de blog...
    Eres el mejor!!!
    :)

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  2. Al final me habéis convencido. Seré un pollo, jajaja!!! Nos vemos mañana en el voley. Y enhorabuena por la carrerica a tod@s!!!

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  3. Esa es una grandísima noticia Ferrete!!!
    Chicos con Ferrete en el equipo ya podemos aspirar a ganar trofeos y todooooooooooooo

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